Aquel día de 1984 Diario 16 me había enviado a la sede del laboratorio europeo de IBM en Rueschlikon, a las afueras de Zurich, para conocer de primera mano los prodigiosos desarrollos, decían, que estaban llevando a cabo una peña de científicos con bata blanca, cara de despiste y despeinados…
Mañana y tarde me mostraron sobre planos y diapositivas que en el futuro, a medio plazo, los ordenadores personales estarían conectados los unos con los otros y compartirían información y archivos en tiempo real, a la vez que se podría acceder a bases de datos comunes: llamaban a aquello «arquitectura en anillo»…
Me mostraron también varios experimentos en desarrollo de reconocimiento de voz por ordenadores y mil proezas del futuro que yo anotaba con el mismo escepticismo que si hubiese asistido a una sesión de vudú…
Aquella noche, tras una ducha, cené en el mejor hotel de Zurich seis ‘escargots’ a precio de esmeraldas africanas. Regresé de aquel viaje con cara de haba y escribí una crónica descreída que en absoluto hacía mención de la clase de gente tan chalada que había suelta por el mundo, dedicada a ensoñaciones absurdas y cosas raras…
Pues ya ven, aquí estamos… ¡Aquella banda estaba muy ocupada diseñando el… presente!