[Gracias a Federico Casado Reina que me regaló el título de esta crónica]
Tomamos hipervelocidad… Lo habíamos dejado en que el boniato Alberto Rojas, un joven pittbull-tigre en peligro de extinción, se quedó enredado en alguna de las telas de araña que Luis y yo habíamos tejido a lo largo de 18 años. Con tal motivo, se propuso investigar una idea absurda, casi una chorrada: ¿Qué fue de aquella ‘niña’ de la foto de Carter? ¿Dónde había ido a parar? ¿La devoraron los buitres? ¿Fue capaz de escapar de aquella situación? Y si así fue, ¿dónde se encuentra? ¿a qué se dedica? ¿qué recuerda de aquella experiencia tan terrible? ¿Llegó a conocer la foto que la convirtió en una ‘estrella’ de fama mundial hasta el punto de que muchos la calificaron como “la foto más icónica del siglo XX”?
Los mejores fotógrafos del mundo (Sebastiao Salgado, James Nachtwey…) habían pasado por aquel mismo lugar, Ayod, tal vez alentados por una campaña de la ONU más que sospechosa que prefiero no calificar, aunque los indicios que encontramos a nuestro paso implicaban una toma de partido meridianamente clara por parte de los organismos de la ONU a favor de uno de los bandos en conflicto, concretamente a favor de la facción guerrillera de Riek Machar. Tanto durante la jornada de Kevin Carter y Joao Silva en Ayod, como meses más tarde, durante nuestra estancia en la zona, el líder guerrillero Machar estaba allí, de cuerpo presente, y fue retratado por Carter y meses después también por Luis Davilla, esta vez en otro poblado llamado Leer.
Todos los grandes reporteros que pasaron por Ayod hicieron fotos tremebundas, porque tremebunda era la situación que tenían delante de sus ojos, pero siempre he creído que aquellas mega estrellas de la fotografía se perdieron ante aquel espanto y buscaron más su propia proyección estética como foteros que reflejar o sintetizar la espantosa situación de aquella gente y de aquella guerra. Quien lo logró, ciertamente, fue un fotógrafo marihuanero y atascado en su propia y compleja personalidad. Toda la caótica situación de Ayod se parecía quizá demasiado al propio caos interno que arrastraba Kevin Carter en aquella etapa de su vida…
Pero volvamos al joven boniato de El Mundo y Jot Down. Dos meses de trabajo incansable e incierto empleó Alberto Rojas en recopilar toda la información que fue capaz alrededor del mundo. Comentamos cada documento nuevo obtenido, olfateamos cada pista, analizamos cada posible huella que nos guiase en aquella oscuridad preñada de inseguridad e incertidumbre, ampliamos y auscultamos todas las viejas fotos que encontramos, nos cruzamos decenas de correos comentando cada detalle, gestionó vía e-mail entrevistas con todos los personajes colaterales que pudiese localizar, releímos una y otra vez olvidados documentos elaborados por los expatriados en la zona por aquellas fechas y me exigió un rastreo incansable (y a qué negarlo: también algo doloroso) de todo lo que yo fuese capaz de rememorar o de escrutar en mi recuerdo… En fin, una tarea algo salvaje y descomunal.
El joven boniato, a estas alturas, se había transformado ya en una fiera insaciable y estaba dispuesto a no soltar de ningún modo el rastro de aquella pieza hasta alcanzar una explicación. O, simplemente, una decepción.
Entonces, mientras el joven boniato seguía adelante con sus pesquisas recopilando la máxima información posible antes de viajar hacia aquel remoto lugar de Sudán en busca de una criatura incierta en casi dos millones de Kms cuadrados (cuatro veces el tamaño de España), su olfato, su generosidad y tal vez la posibilidad de que mi experiencia le pudiera resultar de alguna ayuda sobre el terreno le llevaron a pensar que tal vez le vendría bien una compañía como la mía… (os pego aquí uno de aquellos incontables cruces de mensajes en la confianza de que nada íntimo o irreproducible contienen que lo desanconseje, ¿no te parece, Alberto?):…
<<—– Original Message —–
From: Alberto
To: J.M. Arenzana
Sent: Thursday, November 25, 2010 7:09 PM
Subject: RE: Bang-bang
Por cierto, no te lo he preguntado y a estas alturas de la película ya no se si estás en estas historias… pero me preguntaba si no te has planteado volver por allí.>>
Y esta fue mi respuesta:
<<De: J.M. Arenzana [mailto:jarenzana@telefonica.net]
Enviado el: jueves, 25 de noviembre de 2010 20:01
Para: Alberto Rojas Blanco
Asunto: Re: Bang-bang
Mira, compañero: una vez oí decir a Angel Nieto que uno se retira de las motos cuando escucha un clic en su cerebro que le impide apurar las frenadas en las curvas una décima más de segundo que el resto. Un clic que significa que no debes hacerlo.
En mi caso, ese primer clic lo escuché unos años después de que naciera mi primer hijo: ley de vida, supongo. Tampoco le hice mucho caso y seguí tirando. Luego vino el segundo hijo. Ambos fueron creciendo mientras el clic se hacía cada vez más persistente. A veces, entre viaje y viaje, cuando los tenía entre mis brazos, el clic sonaba tan fuerte que temía despertarlos.
No sé si queda claro, pero desde hace años sólo atiendo aquellos encargos que hacen clac en mi cerebro, no clic. Es decir, actúo al contrario que antes y sólo atiendo a aquellos impulsos cuyo clac me indican que debo hacerlo.
Así pues, si existiese una propuesta en firme por parte de alguien, procedería a consultarlo con mi cerebro: dependería, ya sabes, del clic o del clac.
En principio, Sudán no es de los lugares que me repelen de entrada. Es un tipo de guerra bastante anárquica, pero también a la manera clásica (¡había salvoconductos!, una reliquia), donde la tecnología no lo ha invadido todo aún (se dispara de frente y se les oye llegar, no desde un portaviones a mil kms) , donde no siempre son conscientes del valor de la propaganda y lo que ello desencadena (véase Iraq o Palestina) y donde no necesariamente se dispara a todo lo que se mueve (Afganistán o Bosnia), aunque conviene moverse con pies de plomo y procurar saber dónde vas a poner uno antes de levantar el otro. Y encima, si nadie la vuelve a cagar, han entrado en fase de esperanzadora pacificación con el referendum previsto para primeros de año. En su contra tiene que ahora han entrado a saco los chinos con sus grandes intereses petroleros, pero en conjunto no parece mal del todo.
Si escucho un clac, te aviso.
Saludos>>
<<—– Original Message —–
From: Alberto Rojas Blanco
To: J.M. Arenzana
Sent: Thursday, November 25, 2010 9:05 PM
Subject: RE: Bang-bang
No me lo podías haber definido mejor.
Yo llevo con el clac, clac, clac varios días. Algo me dice que el final de esta historia no está escrito, pero es sólo una corazonada.
Te iré contando cosas. Si hay alguna posibilidad tangible, te lo comento y ves cómo suena en tu cerebro.
Un abrazo y gracias por todo.>>
Armado de toda esa cacharrería documental y de las escasas certezas encontradas, el gran Alberto Rojas se aferró con fe ciega a la convicción de mi relato: “Estoy seguro de que a aquella criatura no se la comió el buitre…”, le había dicho en alguna ocasión. No soy zoólogo ni nada que se le parezca, pero sé que los buitres son bichos tan cobardes (de ahí su mala fama) al menos como todos los que querían condenar a Carter a cargar con una culpa que no le correspondía. Nosotros estuvimos allí y sabíamos que habría sido imposible que eso hubiese ocurrido por las mil y una razones que Luis y yo habíamos expuesto ya en tantos otros foros y ocasiones.
Aun así, minucioso y precavido hasta la extenuación, Alberto no quiso dejar ningún cabo suelto antes de partir y encargó, incluso, una especie de fotodiagnóstico a una especialista en nutrición. Ésta había sido la respuesta de la doctora en cuestión:
<<
De: C. V. [———-@gmail.com]
Enviado el: sábado, 15 de enero de 2011 0:49
Para: Alberto Rojas Blanco
Asunto: Re: La foto de Kevin Carter
La verdad es que no la había visto e impresiona.
La niña tiene signos evidentes de malnutrición: falta de masa muscular en brazos y piernas y vientre abultado. Es una desnutrición mixta calóricoproteica. El brazalete en la muñeca significa que está siendo controlada. En situaciones crónicas de desnutrición el organismo de un niño se adapta gastando lo mínimo, poniendo en marcha todos los mecanismos de ahorro energético y no creciendo. Si está recibiendo una mínima cantida de energía y nutrientes y no tiene la mala suerte de contraer una infección, puede sobrevivir . Si dura mucho la situación de semiayuno o insuficiencia alimentaria se quedará poco desarrollada
Pero imaginemos la posibilidad más favorable: está siendo controlada y recibiendo ayuda: esa ayuda alimentaria tiene que ir muy poco a poco: la sobrealimentación en un niño desnutrido le puede matar. Por tanto, pensemos que está recibiendo unas 600- 800 Kcal día con un mínimo de 30 gr de proteínas de buena calidad biológica y sales minerales. Por eso todavía tiene signos de desnutrición crónica que aún permanecen. Pero poco a poco, si sigue recibiendo su ración, una vez se ponga en marcha su aparato digestivo ( también desnutrido) y se corrijan los desequilibrios más importantes, pueda recibir unas 1000-1500 kcal paulatinamente hasta su recuperación completa.
No sé qué más te pueda interesar. Si quieres hazme alguna pregunta concreta y si puedo te la contesto.
Un saludo muy cordial y suerte
C. V.>>
Lo dicho: ¡un fiera! No soltaría el bocado ni a martillazos, el jodío… A veces, claro está, las dudas le asaltaban para continuar adelante con toda esa parafernalia incierta. Yo trataba de animarle a cada paso, hasta que, al fin, llegó la hora de partir hacia Sudán del Sur. En aquellos días andaban en pleno recuento electoral del referéndum y, a pocos días de su partida, Alberto me volvió sorprender con este mail en el que me pareció intuir una duda, una incertidumbre cuyo motivo creí reconocer en la palabra ”MIEDO”:
<<—– Original Message —–
From: Alberto Rojas Blanco
To: J.M. Arenzana
Sent: Wednesday, January 19, 2011 7:08 PM
Subject: Re: Blanco y en botella… napalm
A decir verdad tengo mas miedo a lo que pueda ver alli que a que se monte la zapatiesta, aunque si se monta tendre que salir corriendo de Ayod hacia Juba como sea.>> .
Juba era la ciudad de Sudán que había de convertirse en la capital del nuevo Estado del Sur y que sustituyó a Lokichokio como base del reparto de suministros en la zona. Reconocí enseguida esa sensación porque todos los boniatos la hemos sufrido alguna vez en nuestras carnes antes de iniciar un viaje de ese tipo. Mi respuesta, larga pero con la intención de un ‘uppercut’ para que reaccionara, fue inmediata:
<<De: J.M. Arenzana
Enviado el: jueves, 20 de enero de 2011 9:22
Para: Alberto Rojas Blanco
Asunto: Re: Blanco y en botella… napalm
Tranqui, amigo. ¿Quieres hablar del miedo? Vale, por mí no hay problema.
Te habla el abuelo cebolleta, así que toma nota: el miedo, como el frío o el calor, no existe. Es el nombre que le damos a una sensación subjetiva que, a menudo, no está relacionada ni siquiera con las condiciones objetivas que nos rodean.
Dicho de otro modo, como suelen afirmar los toreros (y yo coincido), el miedo sólo te asalta antes o después de torear, pero cuando uno sale a la plaza y está delante del toro, se acabó.
Los mecanismos de defensa del cerebro son prodigiosos y tal vez no has aprendido aún de lo que somos capaces de aguantar gracias a los mecanismos que desata nuestra voluntad, o sea, nuestros deseos.
Tú deseas esa historia con fuerza suficiente para eso y mucho más que la vaga sensación del miedo, de modo que duerme tranquilo y luego, eso sí, muévete siempre alerta. Ya te lo dije. Nada de bajar la guardia si no quieres que te roben, por ejemplo, mientras sales de un hotel en El Cairo camino del aeropuerto. En tales casos uno se queda con cara de acémila mirando a su miedo, aquel miedo que sintió tan intensamente durante varios días sólo porque iba a ir a un lugar donde a veces suenan tiros y mucha gente muere. ¿Ves? Hay más peligro, y en consecuencia debiera haber más miedo, en los lugares que no esperábamos.
Ya que he asumido momentáneamente ese papel del abuelo Cebolleta déjame contarte algo. Aquel viaje a Sudán no terminó cuando Luis y yo salimos de allí. No. Volvimos a Nairobi y volamos a Addis-Abeba con la intención de viajar a Eritrea, por aquel entonces el país 195 del mundo. Acababa de terminar una guerra atroz de más de treinta años y el único modo de volar a Asmara era a través de su viejo enemigo: Etiopía. Por acortarte el relato (por cierto, Eritrea merece otro reportaje monumental): en la Embajada española de Addis-Abeba habíamos dejado constancia telefónica de nuestro viaje hacia Sudán, así que, de regreso, decidimos comunicar que habíamos salido sanos y salvos, por si acaso (precauciones absurdas tratándose de un país como España, pero no en el caso de norteamericanos, ingleses, holandeses, etc., pero en fin). Lo cierto es que, dando por terminadas las jornadas más tensas del viaje, Luis y yo decidimos alojarnos en el mejor hotel de la capital etíope, tomar un baño en condiciones y pasear un rato como turistas por la ciudad.
Al salir de una cafetería, comenzó a llover (¿quién dijo al puto mundo que las hambrunas etíopes de los 80 fueron por causa de la sequía si es un país inundado de agua por todas partes? Pues ya ves: mitos y leyendas indestructibles). Nos guarecimos en un portal de una tienda, como otra mucha gente. Un tipo joven comenzó a darnos palique. Era, decía, un estudiante de Historia. Terminó por invitarnos a la fiesta que se celebraba en su barrio con motivo de una tradicional Ceremonia del Café. Le acompañamos. Buen rollo. Nos condujo a un chalé, en una especie de callejón. En el espacioso jardín había algunas personas a su bola. un jardinero por allí, una vieja por allá. Nos llevó a una habitación de la planta baja con dos camas (¿¡!?). Enseguida, entró una vieja con una cafetera y un infiernillo y se sentó en un rincón. ¿Qué coño es esto?, nos preguntábamos. Empezaron a llegar las chicas y nos ofrecieron un brebaje hecho con yema de huevo. Ni probarlo. Tío, vámonos de aquí porque esto es lo que parece. Luis y yo comenzamos a hablar en inglés a voces para hacerles creer que nos iban a recoger al hotel desde la Embajada y que se preocuparían mucho y nos buscarían si no nos encontraban a la hora fijada. Jajajajajajjaj
Nos pasaron la cuenta, desorbitada, y comenzaba el revuelo mientras Luis y yo, sin dejar de caminar, nos dirigíamos hacia la puerta exterior atravesando el jardín. Los que a la entrada parecían a su bola habían agarrado ya palos, etc. para cobrarse la cuenta de lo que no habíamos consumido. Yo no paraba de ofrecer excusas mientras caminaba. Llegué a la puerta, agarré el picaporte y alguien se apresuró a cerrarla. Pero Luis, un tipo lo suficientemente insensato como para oler la salida en situaciones complicadas, le arreó un empujón de cojones al tipo y echamos a correr a toda hostia, perseguidos por los callejones de aquella ciudad absolutamente desconocida, hasta salir a una avenida con considerable tránsito de personas y vehículos. Salvados.
Bueno, listo, a eso me refiero con no bajar la guardia. En el lugar menos previsible, en el momento más inesperado, encuentras el riesgo. Y no donde lo esperabas.
Pero volvamos al miedo. Como te dije, confirmo lo de los toreros. Mis miedos casi siempre (salvo momentos estelares que merecerían un libro de relatos) fueron antes y después, nunca en el momento: en Ruanda, en Tanzania, en Burundi, en Sudán, en Bosnia, en El Cairo, en Eritrea… Y lo más curioso es que luego, con el tiempo, quizá descubres que pisaste lugares en los que objetivamente había condiciones para que te hubieses jiñado por la patilla, pero simplemente lo desconocías y, muy al contrario, los recuerdas como momentos estupendos y de una plácida felicidad: no sabías, a lo mejor, que estuvieron a punto de bombardear aquel bareto en el momento exacto, o que estuviste frente a un carnicero en serie con cara de buen hombre. o que aquel camino estaba infestado de minas, o que quienes se alojaban en la misma fonda que tú eran los miembros de un comando terrorista entrenado hasta para arreglar relojes con los dientes…
Por otro lado, no te olvides, no es fácil acabar con alguien (¡y mira que a la vez resulta fácil con un arma en las manos!). Menos aún si no vas a por él. Y digo exactamente a por él. Considerando que hay miles de millones de personas, no son tantas las que caen por estas cosas. Lo creas o no, sentí miedo paseando por los basureros de El Cairo bajo la amenaza de un puñado de delincuentes. Sentí miedo el día que nos negamos a pagar a un puto policía corrupto de Tanzania el vehículo que nos había alquilado para entrar en Kigali desde la frontera y cuya oportunidad perdimos porque su chófer se fue a follarse a la novia y nos cerraron la frontera en las narices (quizá nos salvó la vida aquel polvo), pero el miedo vino aquella madrugada cuando detrás nuestra sonaron los cargadores de los fusiles de sus lacayos armándose porque nos negábamos a pagarles el coche que no habíamos usado; sentí miedo… Como ves, ¡verdaderas chorradas!, si lo comparas con lo que nos tocó vivir en el interior de Ruanda, con los continuos controles de los Interahamwe; o si lo comparas con la vorágine de muertos y refugiados esparcidos por las llanuras de Zaire; o con los cercanos tiroteos en Bosnia; o con las dificultades para desplazarse en Sudán; o con los silencios de pueblos derruidos y semi abandonados a 70 grados a la sombra en Eritrea…
Por último, no creo que las hostias arrecien en Sudán en estas fechas, ni tampoco que la situación sea tan severa como hace 17 años. ¿Si se puede liar ? Sí, se puede. Pero mi clic me dice que no será mañana. Es mi clic.
Créeme. El miedo previo ayuda: a ser precavido, prudente, previsor. Una vez en el lugar, el miedo queda subsumido (supongo que serán cosas de la adrenalina y otras sustancias corporales), desaparece. La fantasía deja de actuar y es tanta la realidad que se acumula que uno termina por creer que Europa es Disneylandia. Que tocar el interruptor de la luz en casa y que se encienda es cosa de magia. Que abrir un grifo y salga agua es truco de Harry Potter. Que levantar el brazo y se pare un taxi es algo tan virtual como los saltitos de Mario Bros y Luigi. Magia.
En alguna ocasión, a mis hijos pequeños les he tenido que frenar en seco cuando volvían eufóricos del colegio y se ponían a describirme cómo fue el gol que habían metido hoy: «¡Papá, me llegó el balón desde la banda, le hice un regate a uno, luego a otro y…)» ¡Alto, alto! «Eso que me está contando, ¿ha sido en el colegio o esta mañana en la Play Station?» ¡Momento de duda intensa en sus caras! Me lo aclaran. Uffff, ahora sí. Continúan su relato, pero al menos ahora han logrado deslindar lo real y lo virtual. Me tranquilizo.
Fuera el miedo. Tranqui, amigo. Todo está bien. Y es sólo, nada más y nada menos, que periodismo. Una de las cosas que más te gusta hacer de este mundo.
Al menos por ahora. Perdona la perorata. Espero que te sirva para entretener la espera. Espero lo mejor de tu esfuerzo, amigo.
Un abrazo.
Pepe.>>
No sé si le sirvió de algo, pero, tal y como esperaba, el joven Pittbull no soltaría ya su presa hasta el final… Y allá se fue:
<<BILLETE ELECTRONICO
RECIBO DEL ITINERARIO DE PASAJERO
VIAJES EL CORTE INGLES FECHA: 17 ENERO 2011
SERVICIO URGENCIAS EMPRESA
AGENTE: 0949
¿????????????????NOMBRE: ROJASBLANCO/ALBERTO
MADRID ¿????
IATA : 782 29572
TELEFONO : 902180129
COMPANIA EMISORA : EGYPTAIR
NUMERO DE BILLETE : ETKT 077 1759629623
LOCALIZADOR DE RESERVA: AMADEUS: 3Y2B7G, AIRLINE: MS/3Y2B7G
DE /A VUELO CL FECHA SAL BASE TARIFA NVA NVD BAG ST
MADRID BARAJAS MS 0754 Q 03FEB 1505 QEUEGOW 03FEB 03FEB 20K OK
TERMINAL:1
CAIRO
HORA DE LLEGADA: 2035
TERMINAL:3
CAIRO MS 0859 L 04FEB 1000 LPEGRTMS 04FEB 04FEB 20K OK
TERMINAL:3
JUBA
HORA DE LLEGADA: 1635 JUBA MS 0860 K 18FEB 1725 KMSRT 18FEB 18FEB 20K OK
CAIRO HORA DE LLEGADA: 2200
TERMINAL:3
CAIRO MS 0753 K 19FEB 0945 KMSRT 19FEB 19FEB 20K OK
TERMINAL:3
MADRID BARAJAS
HORA DE LLEGADA: 1405
TERMINAL:1>>
(To be continued)