Pepe Arenzana

Historias de un Boniato Mecánico (A Clockwork Sweet Potatoe's Stories)

El infierno silencioso

Fotografía: Luis Davilla

Fotografía: Luis Davilla

(Puede que este reportaje, parcial o completo, haya visto la luz en casi todos los formatos posibles: libro, diarios, revistas de varios países, radio, etc. Revistas de varios países prestaron sus páginas para su publicación: aquí, en la Revista «Fotografía».)

En principio estaba destinado a publicarse en la desaparecida Revista «Panorama», perteneciente al Grupo Zeta y traslación hispana del París Match francés.

Tras casi dos meses deambulando por África con mi amigo el boniato fotero Luis Davilla, comidos de roña y agotados por las muchas experiencias vividas, a la mañana siguiente de aterrizar en casa el Jefe de Redacción no tuvo piedad alguna cuando reclamaba y metía toda la presión posible desde el teléfono para que acelerase el envío de la que sería la primera entrega, pues la hora del cierre estaba cerca y querían volcar para sus lectores esa misma semana la primera entrega.

Tecleé con furia y urgencia a partes casi iguales durante varias horas, sin tiempo alguno para la reflexión y con todo el cansancio acumulado de dos meses de peripecias absurdas o atronadoras y de casi cuarenta vuelos en toda clase de cacharros con alas, de camionetas desvencijadas, de jeeps militares, de matatus piojosos…

Traíamos material de sobra para muchos capítulos y podíamos abordar aspectos muy desconocidos para el mundo en general.

Pero no había otra. Al boniato le exigían ahora un último esfuerzo para cubrir el escalón final de su trabajo, el que permite al lector entrar en contacto con lo que has visto y vivido

Cuando hacia media mañana, a punto ya de dar por terminado el relato, recibí una nueva llamada desde Madrid, del mismo Jefe de Redacción, deduje con facilidad que volvía a la carga con sus urgencias. Nada que temer, pues sólo faltaba corregir las erratas debidas a las prisas antes de ponerlo en el Fax:

– Oye, olvídalo, que ya hemos cerrado…

– ¡Joder, no seáis cabrones! -respondí. ¿Me habéis dejado fuera? Lo he terminado en plazo, y ahora, ¿me vas a decir que habéis cerrado por no esperar cinco minutos…?

– No, tío: que hemos cerrado. Han cerrado la revista. No salimos ya desde esta misma semana.

– ¿¡…!?

No supe qué decir. Teníamos un volquete de información en las manos, en la cabeza, en mis sucios cuadernos, en las piernas y en la espalda…, pero no teníamos dónde contarlo.

El boniato Davilla y yo nos pusimos a ello. Nos quemaba en las manos. Comenzamos a vender a trozos y al mejor postor los mil y un relatos de aquellas angustiosas jornadas.

Premio de la ONG Médicos Mundo. Fotografía: Luis Davilla

Premio de la ONG Médicos Mundo. Fotografía: Luis Davilla

Entre otras historias, teníamos una entrevista exclusiva con la hermosa mujer del líder guerrillero de ese conflicto, una joven británica, de piel blanca como la leche, Emma McKuen, que cayó rendida de amor por sus huesos mientras trabajaba en aquellas selvas como voluntaria en una ONG y que ahora deambulaba por los infectos pantanales bajo la protección de una turba de chavales  negros como sus penas y armados hasta los dientes, porque capturarla se había convertido en un objetivo de guerra para el enemigo. Una buena historia.

Tras el cierre de Panoranama, en los meses subsiguientes logramos colocar buena parte de todo el material en muy diversas publicaciones de diferentes países que nos solicitaban reportajes de fondo sobre la situación política, bélica, humanitaria, etc. en Sudán del Sur.

La Revista «Hello!», edición inglesa del «¡Hola!», acordó una interesante cantidad por la exclusiva con Emma McKuen para ofrecerla a sus lectores en el mercado ‘british’… Estuvimos muy contentos, pero, debo añadir: la entrevista nunca vio la luz. Y esta vez no fue por causa del cierre de la publicación.

La misma semana que iba a publicarse, a Emma McKuen la habían evacuado a escondidas del centro de aquel infierno para que pasara unas semanas o unos meses de descanso en Europa, vía Nairobi, la capital de la vecina Kenia. Allí falleció en un estúpido accidente de circulación.

La revista «Hello!» se limitó a publicar la noticia de su fallecimiento en una breve nota y con una pequeña foto en blanco y negro que informaba de las razones de su repentina y secreta evacuación: Emma iba embarazada del fiero líder guerrillero Riek Machar.

Se hicieron libros y películas sobre la vida de Emma («Emma’s War»), pero nuestra entrevista nunca vio la luz.

Próximamente podréis leerla por primera vez en este blog. Entre tanto, os dejo la primera entrega que un boniato, agotado y somnoliento, escribió, a toda prisa y sin tiempo para la reflexión, sobre aquellas semanas del demonio en lo más profundo del continente).

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