Pepe Arenzana

Historias de un Boniato Mecánico (A Clockwork Sweet Potatoe's Stories)

El «bien pagao»

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Un mero conteo matemático (ciencia extra virgen, aritmética pura de oliva) sobre mujeres asesinadas en los últimos años por sus parejas o ex parejas, permite poner de manifiesto toda la patraña ideológica que es capaz de acumular el errático Ministerio de desigualdades que encabeza Leire Pajín junto a sus nuncios ecuménicos, Bibiana Aído y el delegado del Gobierno para (no “contra”, según el BOE, obsérvese el detalle) la Violencia de Género, Miguel Lorente.

Ese estudio, realizado por un matemático cabal y riguroso del Departamento de Estadística de la Universidad de Granada, ha buscado patrones de concentración en torno a frecuencia, día de la semana o mes del año en casos cuyas únicas equivalencias eran las variables de “mujer” y “asesinada”, lo cual, como resulta previsible, a los patrones estadísticos y a las matemáticas se la refanfinflan por completo.

De los resultados del estudio (suponemos que “bien pagao”, o financiado, por el susodicho medio Ministerio), cabe extraer una conclusión, tan teórica y abstracta como la conjetura de Poincaré o la infinitud de la raíz cuadrada de 2. Según dicho patrón, que no guarda necesariamente relación alguna con la realidad, cada vez que un hombre mata a su pareja o ex pareja aumenta al día siguiente un 67 por ciento el riesgo de que se produzca otro asesinato con esas mismas variables; y desciende progresivamente, hasta llegar al 30 por ciento, a los diez días del primero.

Hasta aquí, ya lo ven, secuencias de cifras, extrañas curvas de logaritmos, abstracción aritmética y patrones de repetición geométrica. Pero, tranquilos, que enseguida llega el destartalado Miguel Lorente para hacerle encaje de bolillos a la Ciencia y enfundarle una cofia a las matemáticas. Su segura servidora. Y es que al “bien pagao” le va la vida, o al menos el cargo, en ello.

El estudio, como digo, pudo haberse efectuado sobre los números primos existentes en cada fracción de millón para luego especular sobre qué fracción del infinito de números naturales registra mayor cantidad o cuántos acaban en 5 o en 8. O bien, pudo haber analizado qué días o meses se tienden en las azoteas granadinas más sábanas blancas, azules o estampadas. Otra cosa es el significado que pretenda darse al hecho de que los martes se tienda al sol más ropa blanca, y en abril, más de rayas.

En pura lógica aritmética, por añadidura, ese patrón indicaría que, dado que el número de asesinatos no para de crecer, con el consiguiente aumento del riesgo en los días subsiguientes, la población femenina se encontraría en estos momentos en vías de extinción. Atrévase, señor Lorente, a defender semejante bobería. Siga ese “método” (que significa “camino”, en griego de la koiné) y yo mismo me ofreceré para redactar su carta de cese o dimisión. Hágalo, señor delegado “para” (no “contra”) la violencia de género y nos dará una gran satisfacción.

Un patrón matemático de este estilo sólo arroja cifras, pero quien las interpreta en este caso, ya digo, es el Oráculo de Delfos de la Desigualdad galopante que nos acosa. Es decir, el friki Lorente, el mismo que fue nombrado a dedo para dirigir un Instituto Anatómico Forense. El mismo, al parecer, que invirtió los datos (estadísticos, of course) sobre el suicidio de mujeres para justificar sus tesis sobre malos tratos. El mismo, sí, que postula que Jesucristo sobrevivió a la Crucifixión (creo que él dice crucifixión) tras observar durante mucho rato (este tipo, como los búhos, no aprende, pero, eso sí, se fija mucho) la posición de los dedos de la efigie de “El Pantocrátor del Sinaí”. Y añade que luego predicó muchos años con los Apóstoles (él, imagino, dirá apóstoles)

En la rueda de prensa en que se presentó el riguroso estudio matemático (nada que ver con las tareas del medio Ministerio), todos los presentes (casi todas mujeres) concluyeron que si el riesgo aumenta de ese modo por efecto imitación, eso no será por telepatía de los homicidas, sino porque los medios de comunicación difunden estrepitosamente cada caso que se registra, gracias a que Lorente y sus jenízaras han logrado convencer y hasta imponer que los medios hagan alarde de cada hecho luctuoso que reúna ambas variables: “mujer” y “asesinada”. No importan las causas  ni las circunstancias porque, según él, todo es “machismo”.

A menudo, además, los noticiarios lo hacen añadiendo al final un número de teléfono para mujeres maltratadas (ése cuyos usuarios fueron mayoritariamente hombres el pasado año), como si la factura del teléfono y las muertes guardasen alguna relación de causa-efecto. Las periodistas se lo echaron en cara, pues ahora, por su culpa, se sentían culpables. También yo, como miembro del Consejo Audiovisual de Andalucía, y como ciudadano, se lo reprocho. Reciba todo mi desprecio, señor Lorente, por sus frívolas, maniqueas, pertinaces, atrabiliarias e irresponsables manifestaciones.

Del patrón matemático extraído pudiera inferirse, tal vez, un efecto contagio por el abuso y la sobreinformación impuesta casi por las bravas gracias a la perniciosa ideología de género y a la dictadura de lo políticamente correcto. Lorente, en cambio, se salió por la perpendicular y dijo que no es que haya que apagar informativamente, sino “informar de otra manera”. Ahora el logaritmo es simple: ¡váyase a paseo, señor Lorente!

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